Contar historias de ficción con carga política siempre es complejo y varios proyectos no han salido airosos. No me refiero a podcast solamente, ya que hay poco producido en el rubro, sino en general. A partir de hechos reales se pueden desarrollar historias de ficción de distintos estilos y muchas veces se opta por el realismo. En este podcast los objetos son protagonistas: habla una olla, una chaleco reflectante amarilla, unos molinetes de subte (tornos, torniquetes de metro) y las cosas ocurren en torno al estallido social de Chile en 2019.
El estallido de las cosas es un podcast de ficción, de seis episodios, protagonizado por objetos: esos que fueron parte del estallido junto a las personas. Ahí, en esa relación, está el meollo del asunto. Lo bien que ha salido esta experiencia, arriesgada, de contar una crisis social gravísima a través de objetos-protagonistas (muy bien elegidos, claro) es inversamente proporcional a lo mal que podría haber resultado esta decisión y sobre todo su ejecución: esta miniserie es una joya. Vamos por partes...
El diseño sonoro de cada episodio es parte importante de cómo nos metemos en la historia. El primer episodio es el juicio a una olla que está acusada de golpear a un policía en los dientes. Una escena, recortada, elegida, del estallido social es llevada al extremo para contar algo más. Se reconstruyen los hechos desde lo simbólico, a través del testimonio de objetos que tienen mucho para decir.
Además, en los episodios aparece el contexto social y político: no es un relato delirante en tono humorístico, si bien la ironía está siempre presente y la acidez se maneja con precisión. La olla no suena sola en la protesta, es golpeada por una cuchara... Y tampoco llegó sola a los dientes del policía. El contexto se suma para aportar realidad: conocemos la historia del caceroleo en Chile (cacerolazo, batir ollas, eso) que fue usado como herramienta de protesta por la derecha y la izquierda, según la época, como ocurrió y ocurre en otros países.
Y está cuidado el diseño al detalle: cuando la cacerola habla para contar su versión de los hechos en el juicio, su voz suena metálica, metalizada a través de un filtro. Un detalle finísimo, que se suma a todo lo que es diseño de esta miniserie: lo gráfico, lo sonoro y lo estético están en primer plano.
Los episodios más interesantes, creo, son el tercero y el cuarto. O al menos los destaco por diferentes motivos: el tercero tiene un cambio de eje, que vamos descubriendo con el correr de los minutos y no voy a spoilear de más: solo decir que la chaleco reflectante amarilla protagonista, de nombre Cora, va descubriendo que su dueño humano no forma parte de las protestas populares, que usa su chaleco para salir a las calles pero no para sumarse al reclamo social por izquierda...
El cuarto episodio, por su parte, se eleva conceptualmente para abarcar algo más amplio: la capucha es reina, cubrirse la cara es parte importante de lo que le pasa al mundo en estos años (antes y durante la pandemia), con un mensaje fuerte contra la sociedad de caras e imágenes que integramos; también hace un repaso de los estallidos sociales de los años recientes y del uso de pañuelos del movimiento feminista, de los grupos de "primera línea" en las protestas chilenas, hasta llegar a las mascarillas y cubrebocas del coronavirus, con hincapié en la importancia de cubrirse los rostros para escapar al reconocimiento facial (clave en la protesta callejera actual). Si los estados espían, la capucha o pañuelo es un elemento de libertad, hallada en el anonimato. Mezclando conflicto social y pandemia, este es uno de los episodios más interesantes que se han realizado en 2020.
☛ Es un podcast para: escuchar con auriculares sí o sí, y con los mejores que tengas. Una miniserie que mezcla ficción y realidad, con un enfoque muy arriesgado a la hora de contar el estallido chileno. Insisto: como salió muy bien podría haber salido muy mal. No quiero imaginar lo que me hubiera reído si una dramatización de ollas, chalecos o molinetes parlantes estaba realizada flojamente, con torpes actuaciones y sin una dirección ajustada como tiene este podcast. El diseño sonoro está impecable (en un mundo donde no todo es diseño, muchas cosas son simplemente edición de sonido) y acompaña a las actuaciones para repasar, dar testimonio y dejar registro de lo que viene pasando en los últimos años en Chile, con una realización original que no por ser ficción deja de lado el mensaje político. Para escuchar de noche, un episodio por vez, mirando hacia la ventana (abierta, ¡a ventilar ambientes!) mientras se van preparando unas bombitas molotov para la mañana siguiente...
☞ El estallido de las cosas es una producción de Border Podcast, comandada por María Ignacia Court y Trinidad Piriz, quienes lanzaron la productora con esta miniserie publicada entre agosto y octubre de 2020.
☞ El podcast tiene una web muy bien diseñada, con una animación notable (tarda un poco en cargar pero vale la pena) en la que se puede recorrer los episodios. Quizás se complica escucharlos allí pero como carta de presentación del podcast es clave un desarrollo de alta calidad, que luzca y se sienta como esta web. En general los podcasts los escuchamos en aplicaciones o plataformas pero, de hacerlo en versión web, está bueno que sea dentro de un entorno digital tan bien logrado, que aporta mucho estéticamente al proyecto.
☞ En los primeros tres episodios el diseño y montaje sonoro están a cargo de Martín Cruz (tal vez lo conozcas de Las Raras, je); en los tres episodios finales la tarea fue realizada por Claudio Vargas y Carlo Sánchez. La música de Martín Pérez Roa le aporta identidad a la serie y buenos momentos climáticos.
El estallido de las cosas es un podcast de ficción, de seis episodios, protagonizado por objetos: esos que fueron parte del estallido junto a las personas. Ahí, en esa relación, está el meollo del asunto. Lo bien que ha salido esta experiencia, arriesgada, de contar una crisis social gravísima a través de objetos-protagonistas (muy bien elegidos, claro) es inversamente proporcional a lo mal que podría haber resultado esta decisión y sobre todo su ejecución: esta miniserie es una joya. Vamos por partes...
El diseño sonoro de cada episodio es parte importante de cómo nos metemos en la historia. El primer episodio es el juicio a una olla que está acusada de golpear a un policía en los dientes. Una escena, recortada, elegida, del estallido social es llevada al extremo para contar algo más. Se reconstruyen los hechos desde lo simbólico, a través del testimonio de objetos que tienen mucho para decir.
Además, en los episodios aparece el contexto social y político: no es un relato delirante en tono humorístico, si bien la ironía está siempre presente y la acidez se maneja con precisión. La olla no suena sola en la protesta, es golpeada por una cuchara... Y tampoco llegó sola a los dientes del policía. El contexto se suma para aportar realidad: conocemos la historia del caceroleo en Chile (cacerolazo, batir ollas, eso) que fue usado como herramienta de protesta por la derecha y la izquierda, según la época, como ocurrió y ocurre en otros países.
Y está cuidado el diseño al detalle: cuando la cacerola habla para contar su versión de los hechos en el juicio, su voz suena metálica, metalizada a través de un filtro. Un detalle finísimo, que se suma a todo lo que es diseño de esta miniserie: lo gráfico, lo sonoro y lo estético están en primer plano.
Los episodios más interesantes, creo, son el tercero y el cuarto. O al menos los destaco por diferentes motivos: el tercero tiene un cambio de eje, que vamos descubriendo con el correr de los minutos y no voy a spoilear de más: solo decir que la chaleco reflectante amarilla protagonista, de nombre Cora, va descubriendo que su dueño humano no forma parte de las protestas populares, que usa su chaleco para salir a las calles pero no para sumarse al reclamo social por izquierda...
El cuarto episodio, por su parte, se eleva conceptualmente para abarcar algo más amplio: la capucha es reina, cubrirse la cara es parte importante de lo que le pasa al mundo en estos años (antes y durante la pandemia), con un mensaje fuerte contra la sociedad de caras e imágenes que integramos; también hace un repaso de los estallidos sociales de los años recientes y del uso de pañuelos del movimiento feminista, de los grupos de "primera línea" en las protestas chilenas, hasta llegar a las mascarillas y cubrebocas del coronavirus, con hincapié en la importancia de cubrirse los rostros para escapar al reconocimiento facial (clave en la protesta callejera actual). Si los estados espían, la capucha o pañuelo es un elemento de libertad, hallada en el anonimato. Mezclando conflicto social y pandemia, este es uno de los episodios más interesantes que se han realizado en 2020.
El estallido de las cosas
☛ Es un podcast para: escuchar con auriculares sí o sí, y con los mejores que tengas. Una miniserie que mezcla ficción y realidad, con un enfoque muy arriesgado a la hora de contar el estallido chileno. Insisto: como salió muy bien podría haber salido muy mal. No quiero imaginar lo que me hubiera reído si una dramatización de ollas, chalecos o molinetes parlantes estaba realizada flojamente, con torpes actuaciones y sin una dirección ajustada como tiene este podcast. El diseño sonoro está impecable (en un mundo donde no todo es diseño, muchas cosas son simplemente edición de sonido) y acompaña a las actuaciones para repasar, dar testimonio y dejar registro de lo que viene pasando en los últimos años en Chile, con una realización original que no por ser ficción deja de lado el mensaje político. Para escuchar de noche, un episodio por vez, mirando hacia la ventana (abierta, ¡a ventilar ambientes!) mientras se van preparando unas bombitas molotov para la mañana siguiente...
☞ El estallido de las cosas es una producción de Border Podcast, comandada por María Ignacia Court y Trinidad Piriz, quienes lanzaron la productora con esta miniserie publicada entre agosto y octubre de 2020.
☞ El podcast tiene una web muy bien diseñada, con una animación notable (tarda un poco en cargar pero vale la pena) en la que se puede recorrer los episodios. Quizás se complica escucharlos allí pero como carta de presentación del podcast es clave un desarrollo de alta calidad, que luzca y se sienta como esta web. En general los podcasts los escuchamos en aplicaciones o plataformas pero, de hacerlo en versión web, está bueno que sea dentro de un entorno digital tan bien logrado, que aporta mucho estéticamente al proyecto.
☞ En los primeros tres episodios el diseño y montaje sonoro están a cargo de Martín Cruz (tal vez lo conozcas de Las Raras, je); en los tres episodios finales la tarea fue realizada por Claudio Vargas y Carlo Sánchez. La música de Martín Pérez Roa le aporta identidad a la serie y buenos momentos climáticos.
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