Los podcasts tienen, no solo en sus orígenes sino también en la actualidad, un fuerte lazo con lo que podríamos llamar temáticas nerd. Pero reducirlos a eso en una época en que la cultura digital nerdificó a la humanidad (por suerte y uno se siente más comprendido) para etiquetarlos como algo menor, práctica habitual de la cultura establecida frente a los emergentes, es un error repetido, una lectura que habría que ir abandonando a esta altura del Siglo XXI.
Para ponerse en otra vereda, para proponer otras lecturas y puntos de vista, es clave el enfoque histórico sobre la cultura digital actual. El lema de Modo Historia dice: "Un podcast para poner a los videojuegos en contexto: hablaremos del pasado sin nostalgia, de la actualidad sin noticias y tomaremos a los videojuegos como parte del mundo real". Es una síntesis fantástica, suscribo a cada palabra. Podría decir que intento hacer lo mismo con los podcasts y haber encontrado esa claridad conceptual en, justamente, un podcast que trabaja con perspectiva histórica sobre los videojuegos me genera alegría, muchas ideas y esperanza en el futuro.
Guillermo Crespi, docente y guionista de videojuegos, lidera este proyecto podcastero lanzado en septiembre de 2019 que tiene tres temporadas y 40 episodios. Lo acompañan: Matías Marqués, aportando su óptica desde los campos de la comunicación y de la historia, y Juan Becerril, desarrollador de videojuegos que aporta lecturas de diseño y realización. La propuesta de hablar de videojuegos como parte del mundo real es cumplida ampliamente en cada episodio, enlazando hitos de la producción no solo de consolas o computadoras sino también de juegos con momentos históricos, presidencias, ciclos económicos o, por ejemplo, la Guerra Fría que marcó de distintas maneras los orígenes del mundo de los videojuegos como los conocemos hoy.
¿No jugás a un videojuego desde los años 90? ¿Tu última vez en los fichines fue hace mil veranos? ¿Nunca tuviste un Family o una Playstation? Quizás, en ese caso, este podcast no sea para vos... pero en base a las horas de escucha que le he dedicado, y le seguiré dedicando hasta completar la escucha total de los episodios en orden, te diría que le des una oportunidad. La cantidad y calidad de información, contada con mucho amor, claridad y dedicación en cada episodio, a partir de recortes temáticos e históricos de todo tipo, hacen de Modo Historia un producto cultural que no se encuentra muy seguido.
Pensar, por ejemplo, la historia de los videojuegos a partir de la extensa batalla política, ideológica, cultural, espacial y militar que significó la Guerra Fría y contarla en tres episodios como Un perpetuo estado de alerta, Tengo a un ruso y a un yanqui dentro de mi habitación y Caen los bloques soviéticos (destaco los títulos de los episodios, por originalidad y relación con los contenidos; el tercero es sobre el Tetris), es una lectura genial y única que en Modo Historia se transita con naturalidad, a partir del enfoque y la narrativa que le imprimen al podcast.
En un plano quizás más específico de la fabricación de consolas y la producción de videojuegos, en un momento incipiente, son interesantes los episodios de la primera temporada (Los de afuera en dos partes y Las inversiones inglesas también en doblete) para conocer un poco el panorama general de cómo se fue estableciendo lo que luego sería una industria global, con actores de todo tipo, origen y tamaño.
Como último destacado de esta reseña quiero ponderar el doble episodio dedicado a la música de los videojuegos: esas melodías que quedaron para siempre implantadas en nuestros cerebros infantiles (nací en 1982, le entro a los videojuegos desde 1990 con continuidad) tenían tantas particularidades, tanto trabajo y genialidad detrás, que conocerlas de la mano de dos especialistas invitados ayuda a entender por qué perduran en nuestras memorias, a décadas de haberlas escuchado por primera vez. En particular la segunda parte del episodio tiene ejemplos geniales de cómo sonaban las distintas placas de sonido: desde las que teníamos todos los humanos corrientes en nuestras computadoras, hasta las de altísima calidad sonora que nadie pudo comprar pero igualmente contaban con melodías producidas por los realizadores.
Me encanta Modo Historia no solo por su enfoque y dedicación, también por acompañar cada inmersión temática con audios de archivo que aportan contexto y también, en algunos casos, un recorrido por la memoria al reencontrarse con ese viejo sonido alojado en un rincón mental hermoso y olvidado
Modo Historia
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