Nace aquí un espacio único, una alegría enorme para Escucha Podcast y una columna que va a dar que hablar. Hemos tenido plumas invitadas en el newsletter pero nadie se había animado, hasta ahora, a sumarse para escribir sobre podcasts. Lucy Morán irá analizando en este espacio distintas ficciones sonoras. Algunas que pasaron por acá (y vale retomar), otras que no y muchas que se irán estrenando. Sin más, vamos con la intro y la primera reseña:
La Ficción Sonora
con Lucy Morán
Reflexiones previas
Están desembarcando los productores, actores y guionistas del mundo audiovisual al audio. Eso es una buena noticia y, a veces, una calamidad. Por saber actuar frente a la cámara no quiere decir que vayas a saber hacerlo bien frente a un micrófono. Lo mismo pasa con los guiones. Supongo que alguien dirá: “bueno, el audio es más sencillo porque al no haber imagen solo tienes que pensar en un elemento…”. Claro, entonces Van Gogh lo tuvo más sencillo que cualquier producción audiovisual que hagas en tu casa con el móvil. Por suerte también hay guionistas que vienen de ese mundo y que piensan en el formato. Julio Rojas (Caso 63), Polo Menárguez (La Esfera), son claros ejemplos de hacer bien las cosas. Cada uno con su estilo y complejidad, pero de sus obras ya hablaremos más adelante… y también hablaremos de quienes no hacen las cosas bien.
El sector aún está en fase de desarrollo y hay espacio para la creatividad. Gente que venga de otros sectores: sean bienvenidos, denle aire fresco y no dejen que los vicios y manías del audiovisual (“fórmulas de éxito” cocinadas junto a métricas en despachos) inunden el podcast.
Al lío: Blum
Un bonito ejemplo de guión y creatividad lo encontramos en Blum de El Extraordinario. Reconozco que cuando lo escuché por primera vez –ya van dos– no sabía que era un branded podcast. Cuando me enteré, me gustó aún más. A veces, quitarle la pulcritud al lienzo en blanco puede ser bueno y puede ser malo. Ajustarte a un tema preestablecido, tratar ciertos asuntos, nombres, personas… Ese sudoku aquí está bien resuelto.
Esta ficción sonora se desarrolla mediante una narradora que guía la historia –de esto también hablaremos, del buen uso o abuso de los narradores–, mientras se van intercalando relaciones personales mediante dramatizaciones. Una historia con ciertos ganchos, cebos, arpones y demás que se lanzan al principio para generar interés al oyente. Los personajes están en movimiento –hacen cosas, acciones– y eso se agradece porque hacen de contrapeso al uso de la voz narradora.
Si hablamos de las actuaciones, quiero ir a un detalle: Vicky Luengo, la protagonista, borda la parte de la actuación con estilo de reportaje. Parece alguien leyendo con poca experiencia frente al micrófono. Permítanme lanzarme a la piscina sin saber si hay agua: ¿No les recuerda al tono y ritmo de la narración de Misterio en la Moraleja? No es que no sepa leer, es que sabe parecer que no lee como una locutora. Aquí otra pregunta a la que volveré más abajo: ¿Es todo obra de la actriz o de quien le dirige?
Por otro lado, algunas actuaciones, quizá por la gran labor de Vicky, me resultaron no tan buenas. Y recalco: no tan buenas. ¿Estaban bien? Sí. ¿Eran tan naturales como la de Vicky? No. Y ahí el quid de la cuestión. Si todos hubiesen actuado por igual, no se notaría la diferencia. No es actuar mejor o peor, es un estilo diferente que se empieza a oír en las ficciones en español. La naturalidad versus lo que está acostumbrado el oyente con las películas dobladas. Vuelvo entonces a reformular la pregunta: ¿Es culpa del actor o de quien le dirige? También pueden ser culpa de quien escribe esto. Tengo amigos que no sintieron lo mismo que yo.
Respecto al diseño sonoro: acompaña, apoya y se convierte en uno de los ejes al haber una melodía como parte de la trama –no destripo más, vale–. Es tan importante saber qué poner como no poner de más y, en este sentido, el trabajo de Ignacio Cantisano es excelente. Bien hilado, sin las estridencias a las que me/nos hemos ido acostumbrando últimamente: mucho boom boom y pocos violines susurrando. Por suerte aquí fue por otro lado, a esta ficción no le pegaba otra cosa.
Vamos terminando...
Voy cerrando, que el Fisher no me deja extenderme más: Blum es una ficción muy buena pero es un branded perfecto. No conozco a nadie que haya escuchado la serie que no haya buscado información sobre lo que están contando. Enhorabuena no solo a los creadores sino también a quien, en la atalaya de las oficinas donde se reparten presupuestos, ha pensado que era buena idea financiar una ficción sonora como estrategia comercial. Cualquier formato que no sea una noticia –reportaje, conversacional, etc.– puede perdurar más que la inmediatez de una noticia, pero una ficción sonora como Blum –si es creativa, bien interpretada, producida, sonorizada, dirigida– permanecerá de por vida.