Hay gente que piensa (y dice) "radio y podcast son lo mismo". Y te hablan del lenguaje radiofónico y listo. Esa es su comodidad. Pero no se producen igual, ni se escuchan igual, ni se distribuyen igual los programas hechos en podcast. No les alcanza con la diferencia entre en vivo (radio) y a demanda (podcast), con escuchar el páramo creativo (radio) vs. la multiplicidad de géneros (podcast), o no les importa. Y estamos quienes les debatimos un rato pero después elegimos (dosificando energías) seguir adelante con esto del podcast. Porque los debates no pueden ser eternos.
Y entonces hablamos de lenguaje sonoro, hablamos de audio digital a demanda del siglo XXI, hablamos de géneros, formatos, estilos. Compartimos programas hechos para audiencias regionales, globales, en nuestro idioma. Pero hay que aportar, siento en este momento, un granito más al debate: el de las diferencias narrativas entre una cosa y la otra. Más allá de las instancias de producción, distribución y escucha. Las narraciones sonoras son muy diferentes en tono y ritmo.
La radio tiene una velocidad, una intensidad y una colocación de la voz, un tono enunciativo alto, que el podcast no tiene. O no debería tener si pensamos que le estamos hablando a las personas en el oído (hablando, narrando con músicas, paisajes sonoros, testimonios, etc.). Es el ritmo, es el tono. Parlantes equivalen a tono y voz bien arriba, auriculares a tono y voz más tranquis. No digo que haya que dormir a la gente (gran uso oculto del podcasting, por otra parte) sino que hay que evitar gritarle. El auricular está muchas veces DENTRO del oído. No se le puede gritar a nadie en el propio tímpano, es feo, duele.
Pero más allá de elevar o no la voz, está el tono: un tono de narrar los textos, de decirlos. Se puede leer mal o bien, hay podcasts fabulosos que te cayeras de traste si supieras que están todos leídos; y otros que... mamadera, a los tres minutos te quemaron la cabeza de aburrimiento y densidad de palabra. La intensidad es distinta: ni una es buena ni la otra es mala. Cada cosa en su lugar, no va el inodoro en la cocina ni el horno en el baño.
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Traigo dos ejemplos, para que se entienda:
1983: La transición es un podcast muy interesante lanzado en octubre de 2022. Producción de Télam Digital sobre ese momento decisivo de la historia argentina (del que se están cumpliendo/por cumplir 40 años): la transición democrática, la salida de la última dictadura militar, las elecciones y la asunción del presidente Alfonsín. Un podcast montado en episodios breves, intensos, que andan por los 6-8-10 minutos. Pedro Saborido, Daniel Riera y Omar Quiroga están frente a los micrófonos, y hacen un episodio cada uno (temí el conversacional) repitiendo el equipo del podcast sobre Malvinas de la misma productora. Los audios de archivo realmente enriquecen a esta producción, que los tiene a montones, y son parte importante de los motivos para destacarla. Su tono: plenamente radial. Y de cómo leen los textos, profesionales de tantos años y tanta experiencia, mejor ni hablemos... Se escucha en: Spotify, Spreaker y Google.
¿Sueñan los androides con obrerxs electricxs? producción de la fundación Friedrich Ebert en Argentina, con dos temporadas de las que en su momento reseñé la primera (aquí), se dedica al futuro del trabajo desde enfoques muy interesantes: robótica, inteligencia artificial (cuando no estaba todo el mundo hablando de), plataformas, vigilancia, teletrabajo, legislaciones y más. Con gran edición de sonido de Mauro Suchodolsky (operador de destacados programas de FM) el ritmo de este podcast es muy muy radial. Intenso, con cortes, SFX, audios graciosos: aceleramos, frenamos, cambiamos de plano. Hasta la masterización es radiofónica (¡comprimido, baby!) y me viene perfecto para ilustrar estas líneas. Está buenísimo desde lo temático y lo sonoro pero esa intensidad hace cuesta arriba la escucha de 25-30 minutos por episodio. Llegás con la lengua afuera. Se escucha en: Spotify, Apple, Google y otras opciones.
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Siempre pienso, me enfrento a o intento explicar las diferencias (porque el tema vuelve, con gente que no se dedica al podcast, de forma permanente) entre las narraciones en radio y en podcast. Narraciones en radio entendidas como: la presentación de un programa, el piso con un columnista, el informativo que lee una dupla, hora-temperatura-humedad, el momento de mensajes de oyentes, la insoportable charla en la que el conductor cuenta qué pasó cuando llevo al chico al colegio, la infumable experiencia de la conductora cuando fue a ver a San Lorenzo el sábado, la incomprensible necesidad de chistes internos en la mesa de cada programa (hoy, además, visuales), el momento humorístico con el cómico de turno, la entrevista con un ministro, el acústico de una banda indie, la lectura de redes sociales, el cierre del programa, el pase con el siguiente, etc. Todo esto tiene un tono, un estilo, un ritmo. Y es especialmente radiofónico.
Esos tonos, esos ritmos, esa intensidad suena rara en podcast. Es densa, es arriba, te quema. Estar escuchando una narración hecha para podcast con un guión de intensidad radial es agotador. Es mucha información toda junta a altos ritmo y tono. Cansa. El ritmo y tono de la radio pide que esto sea intenso y en podcast es diferente. Debe ser más pausado, más tranqui, con calma. La cosa es no hablar tan arriba en un medio donde no hace falta: la persona eligió escucharte ahora, puede pausar, retroceder y volver a reproducir el podcast. Y si está apurada lo pone a 1.5 o 2x.
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El tema no termina aquí. De hecho en este espacio venimos machacando desde hace un tiempo: el podcast conversacional viene con más pecados radiofónicos que a (por lo menos) un par nos gustaría dejar de escuchar, de aguantar, de sufrir.
Quiero traer aquí, a modo de cierre conceptual, el hilo en Twitter que escribió en abrirl de 2023 la colega Laura Ubaté:
Encuentro irónico cómo hay tanta gente que ahora hace un pódcast con el mismo tema y formato de viejos programas de radio.
— Laura Ubaté (@LauraUbate) April 20, 2023
🧵 Pequeña reflexión
🎧También podés escuchar la aparición de Laura en el podcast de Jorge Marín Nieto: Al otro lado del micrófono en Spotify, Apple o Spreaker.
Es otra arista que viene muy al caso, tiene que ver con el estilo, el formato y el contenido: la conversación vacía. Nos ayudamos con memes: este video lo explica perfecto, este otro ataca el asunto en profundidad. Acá no estamos hablando de intensidad, porque no todas las narraciones son iguales (ya enumeré arriba), estamos hablando de estirar, del relleno, de la anécdota innecesaria cuando podría haber contenidos: un análisis, una recomendación para ver o leer, una obra de teatro para ir o un videojuego para viciar, una entrevista, un chiste (elaborado, no esa pavada que se te ocurrió en la ducha), un testimonio, un dato curioso. CONTENIDOS vs. VACÍO, tan complejo y tan sencillo como eso.
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