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La Quiebra: ficción sonora de alto vuelo (y cataclismos financieros)

La Quiebra es, por ahora, el gran estreno del año de Podium Podcast en materia de ficción sonora. Siguiendo la mecánica habitual, de estrenar una serie de alto perfil al año, La Quiebra se ubica por encima de producciones como La Firma de Dios, del mismo autor, o Titania que fue el estreno branded & destacado de la productora el año pasado.

Narrada en ocho capítulos breves, de unos 13-14 minutos, la serie tiene una dinámica muy interesante. El tema: un cataclismo importante (relacionado a los bancos, no vamos a spoilear) y sus consecuencias inmediatas que, si bien son globales, en esta historia conocemos y vivimos desde lo que pasa en un pequeño e imaginario pueblo vasco.

Ese enfoque de la narración, esa decisión de hacernos vivir los hechos mayormente desde un par de personajes centrales (destaca el papel de Marta Etura como Rebeca) que están en un pueblo alejado, sufriendo las consecuencias en carne propia pero distantes de lo que ocurre en las grandes ciudades —no solo de España, de todo el planeta—, nos pone en una escala humana que hace a la historia más llevadera, más verosímil y, con la propuesta duración de los capítulos, más intensa.

El guión

Los distintos puntos de vista desde los que se cuenta esta historia son, claramente, el punto fuerte. Uno de los mejores guiones de José Pérez Ledo, por su síntesis, por el enfoque general y por esta cuestión de contar una historia grande, un problema global, desde una serie de personajes que viven en un pueblo chico, se conocen (mucho o poco pero se conocen) y tienen sus relaciones, sus tensiones y sus lazos.

Es interesante que el autor haya abandonado planteos pretenciosos como el de La Firma de Dios —que en esta web criticamos con dureza en su momento, aquí la reseña— para contar desde lo local y lo particular una situación catastrófica que, desde estos personajes del pueblo ficticio de Sagarrondo, adquiere ese espesor humano fundamental para este tipo de historias: nos resuenan más cercanas, nos incluyen.

La brevedad de los capítulos marca el ritmo: hay cliffhangers interesantes en algunos, otros se cierran con algún misterio a develar más adelante. A la vez, la variedad de puntos de vista/escucha desde la que inician los distintos capítulos, o las escenas dentro de los mismos, nos aporta no solo más dinámica (es una historia que vuela—la escuché en una mañana) sino también incógnitas que se van resolviendo o situaciones de las que conocemos una mirada y luego la otra: todo juega a favor de la historia.

Las acciones

Vamos introduciendo en esta reseña un nuevo factor, al que dedicaremos un apartado específico, relacionado a la forma de narrar esta historia sonora. Las secuencias, situaciones, discusiones, tensiones, escenas en el exterior (bajo una tormenta) o en distintos interiores: todo lo que les pasa a los personajes, realizando distintas acciones, está muy bien logrado en La Quiebra.

En las historias en audio, en estas ficciones sonoras del siglo XXI en las que la voz narradora no se usa, estamos siempre al borde de una cuestión fundamental, una de esas que puede hacer que una persona que se pone a escuchar pueda seguir, se enganche y en definitiva termine la serie… o todo lo contrario: que se pierda, que no comprenda las acciones, que la historia se le vaya diluyendo en los oídos, que la abandone. Y que en el peor de los casos diga: “las ficciones sonoras no son para mí”. Hay que agregar algo en este punto: entre oyentes heavy de podcast, lo que se ha dado en llamar superoyentes (que consumen horas y horas por semana, un pequeño porcentaje del total pero el más intenso), resulta que se da en muy pocos casos que también sean de consumir ficción sonora. La ficción, así como se produce en este siglo, es para pocos oídos. Requiere concentración, hábito (además de gusto, por supuesto) y sobre todo es fundamental que las historias estén impecablemente realizadas. Y en La Quiebra es el caso, con eje fundamental en el guión y el diseño sonoro.

Todas las escenas, sean en un auto, en un banco, en el bar del pueblo o la salita sanitaria, en la genial reconstrucción sonora del interior del hospital, en las distintas situaciones de exteriores (bajo la intensa lluvia, que primero va llegando, luego transcurre con de todo y hacia el final pasa, como toda tormenta), funcionan y se escuchan muy lindas. No nos perdemos, nos metemos en la historia —con algunas pequeñas excepciones que comentaremos más adelante— y La Quiebra resulta una miniserie atrapante, donde pasan muchísimas cosas y siempre estamos subidos al tempo de la historia.

Las actuaciones

Los personajes principales —Rebeca, Jesús— destacan con sus actuaciones, a cargo de Marta Etura y Miguel Garcés respectivamente, en un elenco con cantidad de actrices y actores. Hay personajes que aparecen en momentos puntuales (por única vez en la historia) y ahí encontramos algunos puntos flojos, que uno espera no encontrar en ficciones de este calibre. Pero, en general, los personajes mencionados así como los de Araceli (la señora), Mamen (la médica del pueblo) que aparecen con mayor frecuencia, están tan bien ejecutados como los principales. Sus diálogos son verosímiles, sus inquietudes y las escenas que atraviesan (no con poco sufrimiento en el caso de Araceli, a cargo de Ane Gabaraím) son convincentes.

Hay un combo de actuaciones que le meten flechita para abajo a esta historia, y desde estas líneas no podemos terminar de entender si es una cuestión de casting o de dirección, y son los personajes del Presidente y el Rey. En verdad, toda la trama política resulta lo más flojo de la historia. Y creo que tiene que ver con la poca electricidad, la nula tensión, la casi ausencia de emociones en estos roles. A la vez, al ser momentos que pasan fugazmente y funcionan como contexto general (esos diálogos entre ambos o las conversaciones del Presidente con la directora del gabinete), no dañan la dinámica de una historia que —insistimos— tiene sus puntos fuertes al centrarse en lo local, en las historias personales que transitan quienes viven la quiebra en el pueblo.

Si en el diseño sonoro —que analizaremos a continuación— Teo Rodríguez se posiciona como un maestro absoluto, podemos decir también que en la dirección de actuaciones no encuentra su mayor virtud. No se puede notar esto en papeles bien ejecutados como los protagónicos pero sí podemos hallar puntos mejorables, sin dudas, en aquellos personajes —más que secundarios, terciarios o circunstanciales— que aportan contexto o se suman en alguna escena tensa.

El diseño sonoro

Desde la variedad de recursos, la hábil construcción de escenas y secuencias sonoras, hasta los detalles y sutilezas que encontramos por doquier en La Quiebra, Teo Rodríguez lo hizo de nuevo. Con recursos que se van acumulando, con magias marca registrada que usó en La Esfera y en La Firma de Dios (entre otras producciones), se posiciona sin dudas como uno de los mejores diseñadores sonoros en nuestro idioma.

Si le podemos llamar Truquitos-Teo o Teomagias a algunos detalles, nos tomamos acá la libertad de hacerlo. Por ejemplo: esa sutileza, utilizada anteriormente y aquí presente en gran forma, de ubicarnos sonoramente a ambos lados de una conversación telefónica, primero en una escena en la que ocurre la historia y suena el teléfono, un personaje atiende y escuchamos al otro conversando (de aquel lado de la línea), para rápidamente pasar del otro lado y aparecer en el ambiente donde se encuentra este último. Magia pura.

Agregamos también que el yeite se da en La Quiebra con alguna variante: hay un programa de radio, que uno de los personajes va escuchando en el auto… y de repente nos metemos en el informativo, se encadena una secuencia —que suena limpísima— en la que nos vamos enterando varias noticias (contexto global del cataclismo), para volver desde lo sonoro al auto y seguir en la línea de acciones de la historia de ese momento.

Las escenas tensas, que no son pocas en esta historia, cuentan con diversos detalles sonoros que suman tensión. Un ejemplo claro es el uso sonoro de la tormenta, que va transcurriendo con la historia, en varias escenas donde la lluvia aporta muchísimo en términos narrativos-dramáticos. Y lo superlativo de la tarea de Teo Rodríguez llega hasta detalles como el uso de un personaje no humano que aporta, desde el trasfondo sonoro, distintos matices: el perro Belcha que por momentos ladra, por momentos chilla o llora, acompañando situaciones en las que ese nivel de detalle aporta muchísima tensión. Firme candidato a un futuro episodio de Desarmaudio, la genial serie de Mariano Pagella que analiza y explica elaboraciones sonoras de este calibre.

Guiños, explicaciones y resultados

En La Quiebra encontramos algunas referencias (entre otras posibles), que nos permiten trazar relaciones. Hacia El Gran Apagón, más allá de lo obvio en términos de cataclismos, hay un claro guiño en el capítulo inicial con la situación del programa de radio. Las referencias sonoras, sello autoral de Teo Rodríguez, son las más interesantes y nos llevan a los mencionados La Esfera y La Firma de Dios. Durante la escucha, pensé también en Years and Years, fabulosa miniserie de TV británica.

Y, para cerrar, hago hincapié en las explicaciones del cataclismo eje de esta historia: Pasó algo con el dinero, la plata, la viva, la guita… Los bancos son protagonistas de La Quiebra, y no diremos más. En algunos pasajes de la historia, cuando las cosas se vuelven explicativas ocurre que también se vuelven menos interesantes: más allá de cómo funciona realmente el sistema bancario global y de la fantasía posible de una falla sistémica, cosa que uno puede conocer o no (y es correcto que la historia esté planteada para un público no especialista), las explicaciones de lo que posiblemente ocurrió en esas primeras horas caóticas en las que transcurren casi todos los capítulos no aportan verosimilitud. Por suerte esos pasajes son breves y lo que sienten y piensan Rebeca, Jesús, Mamen, Araceli y otros personajes de Sagarrondo, es lo que guía a esta historia.

Por la dinámica, por el uso narrativo de la tormenta, por la brevedad-intensidad de los capítulos, por la escala humana del relato y por lo destacado del diseño sonoro, La Quiebra es una muy destacada ficción entre las estrenadas en este 2024 difícil.


👉 Te dejo enlaces (y algunas reseñas) de los otros podcasts mencionados:
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